No hay pecado como el pecado del diablo y no hay castigo como el castigo del diablo.
Sería mejor para el hombre tener todas las aflicciones de todos los afligidos de todo el mundo de una sola vez sobre él que ser entregado a un espíritu rebelde y un corazón murmurador bajo la más mínima aflicción. Cuando ven a un alma que se desespera, que se irrita y que patalea bajo la poderosa mano de Dios, ustedes están viendo a uno de los primogénitos de Satanás, uno que imita su vida. Ningún hijo puede ser tan parecido al padre como esta alma rebelde al padre de mentiras. […]

Aunque ha estado encadenado durante casi estos seis mil años, nunca ha descansado ni un solo día, ni una sola noche, ni una sola hora en todo este tiempo, sino que sigue inquietándose, irritándose y moviéndose bruscamente con sus cadenas, como un completo loco. Él es un león, no un cordero; un león rugiente, no un león adormecido; un león que anda de arriba y abajo, no un león que se mantiene
estático. «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar». (1 Pedro 5:8) […]

Satanás no está satisfecho con la presa que ya ha alcanzado, sino que no descansa en sus designios de llenar el infierno de almas. Él nunca permitió que a Eva le faltara
el fruto, a Noé la uva, a Giezi los vestidos nuevos, a Acán el lingote de oro, a
Absalón la corona, a Judas la bolsa de dinero, a Demas el mundo. Si miran a un
grupo, allí encontrarán a Satanás repartiendo su carne a todos los paladares; si miran a otro grupo, allí lo encontrarán encajando sus hormas para cada zapato; si miran a un tercer grupo, allí lo encontrarán haciendo vestir sus trajes para cada dorso. Él está bajo la ira y no puede sino estar inquieto.

— Ps.Thomas Brook